Antecedentes, Fundamentos y Objetivos

I. Antecedentes y fundamentos

El género es la construcción cultural que asigna roles y formas de comportamiento a hombres y mujeres en una sociedad. Históricamente a los hombres se les ha asociado con el estereotipo masculino (constituido por valores y atributos como la fuerza física, el pensamiento racional lógico, el ejercicio del poder en espacios de toma de decisiones y la competencia) y a las mujeres con el estereotipo femenino (asimilados a la capacidad de expresar emociones, al mundo intuitivo, a la capacidad de cuidar a otros, la preocupación por la familia y el hogar).

La educación formal, como muchas otras instituciones (familias, organizaciones económicas, medios de comunicación, entre otras), suelen reforzar patrones culturales que consideran a lo masculino y femenino como ámbitos dicotómicos que se excluyen entre sí, asignando roles sociales diferenciados según sexo.


La mayoría de los estudios destacan la existencia de expectativas diferenciadas de los docentes sobre los estudiantes hombres y mujeres. Las expectativas diferenciadas se fundan en creencias y estereotipos de género arraigados en la cultura docente, que asocian capacidades y habilidades diferenciadas a hombres y mujeres. En el caso de los hombres, se produce una “naturalización” de sus capacidades: ellos serían más aptos para la matemática porque serían por naturaleza más racionales. Por otra parte, el desarrollo de las capacidades femeninas y sus logros académicos, se atribuirían más al esfuerzo y al trabajo de las estudiantes, que a sus cualidades inherentes.


Los efectos de estas distinciones, además de influir en la identidad de mujeres y hombres, se expresan en los logros de aprendizaje en la etapa escolar: el SIMCE muestra un mejor rendimiento de los hombres en ciencias duras y en matemática, y  un mejor rendimiento de las mujeres en lenguaje.


La escuela como institución de la educación formal, si quiere convertirse en un espacio que promueva la igualdad de oportunidades, debe estimular prácticas que no discriminen según sexo y permitan a hombres y mujeres elegir sus caminos sin sesgos de ningún tipo.


Las distinciones de género, tan arraigadas en la cultura y probablemente en otras esferas de interacción de estudiantes, no son posibles de erradicar sin estimular las capacidades críticas de éstos.


Nuestros estudiantes, además de ser respetuosos, críticos, abiertos y pensantes, deben incorporar en su acervo cultural la capacidad de detectar, analizar y modificar, tanto en sí mismos como en los demás, las categorías de género que están moldeando su propia identidad y la relación con el mundo que los rodea.




II. Objetivos del proyecto


 a. General
  • Modificar las actitudes y comportamientos sexistas al interior de la comunidad escolar, fomentando la capacidad crítica del profesorado, estudiantado, madres, padres y apoderados/as, respecto a las discriminaciones producidas por las categorías de género.
b. Específicos
  • Promover en los/as estudiantes una capacidad crítica respecto de los roles y relaciones de género establecidas.
  • Contribuir a que los/as profesores puedan desarrollar su labor evitando reproducir discriminaciones basadas en el sexo y que puedan promover activamente la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
  • Crear mecanismos organizacionales para que la comunidad escolar –estudiantado, profesorado y apoderados/as- pueda reflexionar críticamente sobre las relaciones de género y roles asignados a cada sexo.